ROBO EN LA BIBLIOTECA


En la pequeña localidad de San Juan fue todo un acontecimiento el que durante unos días se pudiesen contemplar en la biblioteca unos libros manuscritos en los que se narraba su historia medieval.

Para los habitantes de San Juan era una oportunidad única poder ver los textos que relataban el nacimiento y los primeros años de vida de su pueblo. Un pueblo que ahora era visitado por miles de turistas deseosos de ver su iglesia medieval, su viejísimo Ayuntamiento y sus calles empedradas. En San Juan parecía que por sus calles y plazas no había pasado el tiempo.


Durante una semana se iban a exponer al público unos ejemplares del siglo XV. Numerosos forasteros acudirían a verlos así como bastantes periodistas. La asistencia de público estaba garantizada. Debido al valor económico y cultural de los manuscritos se habían extremados las medidas de seguridad, se había contratado una compañía de vigilantes, instalado cámaras y detectores de movimiento.

El tomo más valioso de la exposición estaba situado sobre un armazón de madera y este, a su vez, estaba dentro de una urna de cristal conectada mediante una alarma a la central de policía de la capital, que se pondría en funcionamiento si alguien intentaba romper o levantar el cristal.

Cuando todo parecía que iba a concluir con un gran éxito, el último día se produjo el robo del manuscrito. El ladrón seguramente había estado estudiando, en los días previos al cierre, los sistemas de seguridad instalados en la biblioteca y en lugar de forzar el cristal, primero cortó los cables de la alarma y de las cámaras de vídeo por lo que después pudo levantar el cristal y llevarse el manuscrito sin ningún problema.

A pesar de las precauciones tomadas, al ladrón se le debió pasar algún sistema de seguridad, ya que la policía llegó en un tiempo record a la biblioteca. Inmediatamente acordonó la zona, sin dejar salir a nadie, y empezó a investigar las huellas dejadas por el ladrón. Allí sólo había abandonadas las herramientas que utilizó, los guantes y un cigarrillo todavía humeante.

Después de interrogar a todos los empleados de la biblioteca que se encontraban allí, así como a los vigilantes contratados para la exposición, el Inspector Sánchez insistió en no dejar salir aún a nadie ya que estaba completamente seguro de la posibilidad de que al ladrón, después de coger el libro y tras la rápida llegada de la policía, no le había dado tiempo a escapar y probablemente aún estaba dentro del edificio.

Tras montar un control en la salida, por el que pasaron todos los visitantes del museo, empleados y vigilantes, poco después se descubrió al ladrón con el manuscrito bajo el abrigo, así como otros libros, tal y como había supuesto el Inspector. 


¿Sabes cuál fue EL DETALLE que le permitió suponer a la policía que el ladrón aún estaba en el edificio? La solución está en la historia. Léela nuevamente a ver si la descubres. (Si no atinas con la solución, con el detalle, léela en los comentarios).

(Versión adaptada de una historia publicada en la bitácora "Actiludis").


2 comentarios:

LA MOCHILILLA dijo...

SOLUCIÓN: Entre las cosas que el ladrón dejó en su precipitada huida se encontraba un cigarrillo que aún estaba encendido y humeando, lo que hizo suponer al Inspector que el caco no debía de andar muy lejos. Por eso no dejó salir a nadie.

Anónimo dijo...

Esta historia ha sido muy interesante.Christian

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