Decididamente, hay días que mejor no haberse levantado de la cama. La situación de los alumnos de la clase de 6º B era tan dramática que ni aunque acudieran al mismo tiempo Batman, Bola del Dragón, Popeye el Marino, Los Powers Rangers y la mismísima Policía Montada del Canadá, nada podrían hacer para evitar el desastre. Entre la inminente inundación del río, los bichejos caídos del cielo y el monstruo de la Cueva del Oso, allí no se salvaba ni el apuntador. Quizás sólo el profesor Juan Antº, que adivina tú donde estaría, pues se había evaporado sin dejar el menor rastro ni decir “ahí os quedáis” a sus alumnos.
—Esto parece de película –atinó a decir Jose–. Con un cielo completamente azul, en segundos empieza un diluvio. Caen del cielo paquetes con monstruitos devora-niños. Un ser repugnante aparece a la entrada de la cueva. El río nos va a llenar de agua hasta las orejas. Y para remate el profe desaparece tal como si se lo hubiera tragado la tierra. ¡Menuda película!
—Una película de terror, amigo Jose, y parece que el letrero de FIN lo van a poner en unos segundos –añadió Laura, que hasta en las peores situaciones mantenía una serenidad de juicio a prueba de nervios.
—Pues yo todavía confío en que el profe aparezca y nos salve de este embolao –dijo esperanzada Cristina.
—Lo malo es que esto que nos está pasando ni es una película ni es “Inocente, Inocente”, así que no creo yo que aquí ocurra un milagro –dijo la sensata Mariló, dando la puntilla a la atroz situación.
Y bien, ya es tarde. Ni profe, ni gaitas. Los milagros no existen. Hasta aquí llegó la película. Todo tiene un final. Aquí se acaba. Son las 13,45 horas del día 18 de junio de 1.998. Dejo mi disfraz (el impermeable, las botas de agua...). Levanto la vista del papel y os veo escuchando con atención esta historia. Me vienen a la mente tantas cosas como hemos hecho juntos en estos dos años... Me he tenido que salir misteriosamente de la historia, sin que os dierais cuenta, para poder deciros ahora ésto, pues dentro de ella era imposible.
El final de esta historia, como de todas las historias, sólo lo pone el tiempo. El tiempo es ese monstruo que vigila a la entrada de la Cueva del Oso. Los minutos, las horas... son esos seres fantásticos, divertidos o terroríficos (según se mire) que caen del cielo como paracaídas. El río son los años, la vida, que cada vez se hace mas rápida y difícil y que amenaza a veces con desbordarnos. Pero, si uno trabaja y se esfuerza, si uno aprende y mejora cada día, como habéis hecho desde aquel 15 de Septiembre de 1.996, no hay peligros, ni tormentas, ni monstruos... que puedan con nosotros.
Deseo que os vaya muy bien en la ESO a partir de septiembre porque (y esta es la buena noticia, el buen final de la historia) habéis vencido a todo lo que se os ha puesto por delante y ahora -como por arte de magia- el sol vuelve de nuevo a brillar en un cielo azulísimo y limpio. Vais a pasar de curso TODOS, gracias a vuestro esfuerzo, a vuestras ganas de ser mejores. ¿A que es el mejor final para esta apasionante historia?
—Una película de terror, amigo Jose, y parece que el letrero de FIN lo van a poner en unos segundos –añadió Laura, que hasta en las peores situaciones mantenía una serenidad de juicio a prueba de nervios.
—Pues yo todavía confío en que el profe aparezca y nos salve de este embolao –dijo esperanzada Cristina.
—Lo malo es que esto que nos está pasando ni es una película ni es “Inocente, Inocente”, así que no creo yo que aquí ocurra un milagro –dijo la sensata Mariló, dando la puntilla a la atroz situación.
Y bien, ya es tarde. Ni profe, ni gaitas. Los milagros no existen. Hasta aquí llegó la película. Todo tiene un final. Aquí se acaba. Son las 13,45 horas del día 18 de junio de 1.998. Dejo mi disfraz (el impermeable, las botas de agua...). Levanto la vista del papel y os veo escuchando con atención esta historia. Me vienen a la mente tantas cosas como hemos hecho juntos en estos dos años... Me he tenido que salir misteriosamente de la historia, sin que os dierais cuenta, para poder deciros ahora ésto, pues dentro de ella era imposible.
El final de esta historia, como de todas las historias, sólo lo pone el tiempo. El tiempo es ese monstruo que vigila a la entrada de la Cueva del Oso. Los minutos, las horas... son esos seres fantásticos, divertidos o terroríficos (según se mire) que caen del cielo como paracaídas. El río son los años, la vida, que cada vez se hace mas rápida y difícil y que amenaza a veces con desbordarnos. Pero, si uno trabaja y se esfuerza, si uno aprende y mejora cada día, como habéis hecho desde aquel 15 de Septiembre de 1.996, no hay peligros, ni tormentas, ni monstruos... que puedan con nosotros.
Deseo que os vaya muy bien en la ESO a partir de septiembre porque (y esta es la buena noticia, el buen final de la historia) habéis vencido a todo lo que se os ha puesto por delante y ahora -como por arte de magia- el sol vuelve de nuevo a brillar en un cielo azulísimo y limpio. Vais a pasar de curso TODOS, gracias a vuestro esfuerzo, a vuestras ganas de ser mejores. ¿A que es el mejor final para esta apasionante historia?
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